¡Hola! ¿estás escuchando?
Vivimos en
una época donde la tecnología nos permite sentir más cerca a familiares y amigos,
hacer la comunicación más dinámica y casi inmediata a pesar de la distancia
física, lo cual es fabuloso, siempre que no abusemos de ella; ya que es
preocupante observar que estamos perdiendo la capacidad de escuchar al otro, de
entablar una conversación amena, donde las partes se sientan en confianza para
hablar de sus opiniones, sus problemas, sus sueños, sin sentirse enjuiciados. No
estamos desarrollando una escucha activa, no buscamos conocer al otro y crecer
como personas, simplemente queremos exponer nuestras ideas y opiniones.
Hace poco comencé
a leer el libro “El Poder de escuchar” de Ismael Cala, me llamó mucho la
atención el título del libro y quise leerlo. Me sorprendió gratamente lo que
hasta el momento he leído, puesto que me hace reflexionar sobre la necesidad de
desarrollar la capacidad de escucha activa. No es fácil escuchar activamente, es
decir, estar atento a la expresión verbal y el lenguaje corporal, a las señales
que nos envía la otra persona: sus gestos, su mirada, su tono de voz, sus
palabras, etc., lo que quiere transmitirnos realmente, y mostrar un interés genuino en lo que nos comparte.
En su
libro, Ismael Cala nos señala que debemos aprender a postergar por un momento la
comunicación de nuestras ideas u opiniones para lograr comprender lo que la otra
persona desea transmitirnos; en vez de fomentar un choque de opiniones buscar enriquecer
las ideas, analizar los puntos de vistas y obtener un crecimiento personal.
Parece
fácil escuchar a otros, pero cuántas veces al estar tomando un café,
desayunando o en una reunión con amigos, familiares o colegas hacemos como que
escuchamos pero realmente estamos pensando en qué contestaremos, si estamos de
acuerdo o no con su planteamiento, hacer valer nuestra opinión, hasta llegamos a convertimos en consejeros dando el
“remedio” para el problema, cuando lo que realmente necesita la otra persona es
que alguien la escuche, sentir un apoyo, sentirse comprendida.
Las
conversaciones más amenas e inolvidables que he tenido es donde ha existido un
clima de confianza, respeto y sinceridad, donde los presentes sentimos la
seguridad de poder hablar, compartir ideas y sentimientos, sabiendo que seremos
escuchados y comprendidos; saliendo de dicha charla cargados de una energía
muy enriquecedora.
En
ocasiones las conversaciones espontáneas que tenemos en la fila en un banco, en
un supermercado, en la realización de un trámite gubernamental, en una reunión, durante un viaje en bus o en avión, nos permiten conocer a personas increíbles, siempre y cuando estemos
dispuestos a escuchar a la otra persona, a conocerla, a aprender de ella,
dejando a un lado nuestros perjuicios.
Considero
que para desarrollar la capacidad de escucha activa, comencemos por aprender
a escuchar lo que nos dice nuestro interior, esa voz que a veces callamos con
nuestros miedos, perjuicios, experiencias pasadas o por la prisa que tenemos en
nuestro día a día. Esa voz interior nos está hablando y nos guía para que
tomemos la mejor decisión, siempre que tengamos el valor de escucharla y ser
nosotros mismos.
Requiere de
esfuerzo y dedicación desarrollar la capacidad de escuchar, dado que siempre
tendremos distractores, pero si nos hacemos conscientes del momento en que
dejamos de escuchar activamente, podremos volver a retomarla.
Si somos
capaces de escuchar nuestra voz interior, podremos ser capaces de escuchar a los que
tenemos al lado, y crecer como personas, lo que repercutirá en
mejores relaciones interpersonales en todos los ambientes de nuestra vida.
"Escuchar a los demás te ofrece la posibilidad de tener una visión más objetiva y completa sobre los temas de tu interés, además de brindarte la oportunidad de crear un ambiente de colaboración mutua en lugar de uno de conflicto" Tony Buzan.
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