¿Damos consejos o emitimos juicios?
A muchos nos ha pasado en algún momento de nuestras vidas,
con amigos o familiares que con la intención de “ayudar”, de dar un “consejo”
porque sienten que están en el derecho y el deber de hacerlo, porque nos quieren mucho nos ofrecen sus
opiniones cuando no se las pedimos, y en momentos en que el efecto es contraproducente.
Considero que nadie conoce mejor el momento, la situación o
los problemas que está viviendo más que uno mismo, ya que una cosa es lo que se
ve y otra es lo que realmente ocurre o siente la persona.
He aprendido con el transcurso de los años que uno debe ser
prudente al momento de ofrecer un consejo, ayuda u opinión, ya que podemos
causar daños muy graves en las relaciones con amigos y familiares; a veces
confundimos aconsejar con emitir juicios, y si no comprendemos la diferencia,
las consecuencias son graves.
La confianza se verá afectada si cada vez que algún amigo o familiar quiere comentar un problema o situación por la que está atravesando, es juzgado y criticado, cuando lo que busca es ser escuchado, recibir un consejo y luego tomar la decisión él mismo de lo que hará.
La confianza se verá afectada si cada vez que algún amigo o familiar quiere comentar un problema o situación por la que está atravesando, es juzgado y criticado, cuando lo que busca es ser escuchado, recibir un consejo y luego tomar la decisión él mismo de lo que hará.
Si sentimos el deber moral de expresar nuestra opinión o dar
un consejo, primero aprendamos a escuchar, analicemos la situación y con base en ello, seamos prudentes al elegir el momento para darlo.
Cuando desees dar tu opinión o consejo, detente, reflexiona
y pregúntate:
¿En qué ayudará expresar mi opinión en este momento?
¿En qué aspecto me estoy enfocando, en la conducta o en la
persona?
¿Conozco los antecedentes del problema o la situación a
fondo?
¿Estoy dando un consejo o emitiendo un juicio?
Es importante tener claras las diferencias; cuando
aconsejamos estamos aportando algo, asesoramos, orientamos, recomendamos, más
no imponemos; mientras que cuando emitimos un juicio evaluamos o calificamos el
proceder de la persona, consideramos nuestra opinión como la correcta, y
queremos que la misma sea acatada.
No somos perfectos, pero está en nosotros el esforzarnos por
ser mejores cada día, aprendiendo de nuestros errores, y buscando aportar a los demás y no ser jueces de ellos.
“El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo
saben hacer muy pocos” Fray Antonio de Guevara.
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