¡Sigamos siendo sensibles!
En los últimos años, nos hemos informado sobre los
acontecimientos que ocurren en diversas partes del mundo, a una velocidad mucho
más rápida y con más detalle sobre lo ocurrido.
A veces son acontecimientos que llenan de dicha y esperanza
el corazón de muchas personas, que como yo, creen que la humanidad es buena y
que los malos son pocos. Acontecimientos que nos muestran que existe la bondad,
el compañerismo, la ayuda desinteresada, la caridad, la generosidad, la
honradez, entre otros muchos valores, en el corazón de las personas.
Tristemente en esta época predominan en los medios de
comunicación y redes sociales las noticias sobre actos de terrorismo, las
desapariciones de personas, terremotos, detenciones arbitrarias, los abusos
cometidos por las fuerzas del orden, las guerras, etc.
La exposición continua y abrumadora en algunos
noticieros sobre dichos sucesos, ocasiona que parte de la sociedad comience a
ser indiferente, insensible ante el dolor que sufren los demás, y piensen que
es más de lo mismo, que no se hará justicia y que dichos sucesos quedarán
impunes.
Algunas veces, ese desánimo en la sociedad se ve reflejado
en la poca participación en las marchas, en reclamar un derecho, en el
conformismo, en el miedo a ser reprimido, a ser encarcelado, porque los
gobiernos no cumplen con su obligación de ejercer justicia y aplicar la ley a
quien la quebranta.
Existen personas que no miran más allá de su ciudad o
estado, dándole poca importancia a sucesos en otros países o regiones, por
considerar que eso no les afecta en su vida cotidiana, viviendo en una burbuja,
sin ofrecer el apoyo que tanto se requiere, ya sea a través de una oración, una
ayuda económica o en especie, su tiempo a actividades benéficas, etc.
Comencemos por apoyar a nuestra comunidad, aportando lo que
se requiera para ayudar a las personas en situación de peligro (migrantes,
niños de la calle, etc) y no cerremos los ojos a lo que está ocurriendo en
otros países, en donde hay guerras, terroristas, catástrofes naturales, etc. Si no
podemos apoyar económicamente, apoyemos con la oración.
Enseñemos a nuestros hijos a ser generosos, a compartir con
el prójimo y a ofrecer una oración por las personas más necesitadas.
¡Sigamos siendo sensibles ante lo que ocurre en nuestro
mundo!
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en
el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota” Madre Teresa de
Calcuta.
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